El 11 de Septiembre de 1943, durante la ”Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas” se resolvió homenajear la figura de Sarmiento como educador declarando al 11 de Septiembre, fecha de la muerte del sanjuanino, Día del Maestro en todos los países americanos.
La resolución decía:
"Considerando: que es actividad fundamental de la Escuela la educación de los sentimientos, por cuyo motivo no debe olvidarse que entre ellos figura en primer plano la gratitud y devoción debidas al maestro de la escuela primaria, que su abnegación y sacrificio guía los primeros pasos de nuestras generaciones y orienta el porvenir espiritual y cultural de nuestros pueblos; que ninguna fecha ha de ser más oportuna para celebrar el día del maestro que el 11 de Septiembre, día que pasó a la inmortalidad, el año 1888, el glorioso argentino Domingo Faustino Sarmiento."
El 15 de febrero de 1811, nació en el Carrascal, uno de los barrios más humildes de la ciudad de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento, hijo de Paula Albarracín y de José Clemente Sarmiento.

Aprendió a leer a los 4 años. Siempre demostró interés por el estudio: "La Historia de Grecia la estudié de memoria, y la de Roma enseguida…; y ésto mientras vendía yerba y azúcar…”

Ante la invasión de los montoneros de Facundo Quiroga a la provincia de San Juan, decidió incorporarse al ejército unitario. Con el grado de teniente participó en varias batallas, pero en 1831 debió exiliarse en Chile. Se empleó como maestro en una escuela de la localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras provocaron la preocupación del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su propia escuela.

En 1836, pudo regresar a San Juan y fundar su primer periódico, El Zonda.
"¿Que es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias de países desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...) Trozos de literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...) Un periódico es el hombre. El ciudadano, la civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general, la medida de la civilización de un pueblo."
D. F. Sarmiento, El Zonda Nº 4.

En 1840. Volvió a Chile y comenzó a tener éxito como periodista y como consejero educativo de los sucesivos gobiernos.

Se casó con Benita, viuda de Don Castro y Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: “Facundo, Civilización y Barbarie”. Eligió el periodismo como trinchera para luchar contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica.

Entre 1845 y 1847, por encargo del gobierno chileno, visitó Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba. En cada uno de estos países, se interesó por el sistema educativo, el nivel de la enseñanza y las comunicaciones. Todas estas impresiones las volcó en su libro Viajes por Europa, África y América.

En 1862 el general Mitre asumió la presidencia argentina y se propuso unificar al país. En estas circunstancias asumió Sarmiento la gobernación de San Juan.

A poco de asumir dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para mil alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras.

En sólo dos años Sarmiento cambió la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la fundación de empresas mineras.
Y como para no aburrirse, volvió a editar el diario El Zonda.

Estando Sarmiento en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un grupo de políticos lo postuló para la candidatura presidencial. Mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos.

Asumió el 12 de octubre de 1868.
Cuando Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra iba a llevarse la vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el mismo. Un profundo dolor lo acompañaría hasta su muerte.

Durante su presidencia siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar.

Entre las múltiples obras de Sarmiento hay que mencionar la organización de la Contaduría Nacional y el Boletín Oficial que permitieron a la población en general, conocer las cuentas oficiales y los actos de gobierno.
Creó el primer servicio de tranvías a caballo.
Diseñó los Jardines Zoológico y Botánico.

Al terminar su presidencia 100.000 niños cursaban la escuela primaria.

En 1869 se concretó el primer censo nacional. Los argentinos eran por entonces 1.836.490, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población.

Sarmiento había aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país extenso como el nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y en 1874, poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea telegráfica con Europa.
Modernizó el correo.
Se preocupó particularmente por la extensión de las líneas férreas. Pensaba que, como en los EE.UU., el tren debía ser el principal impulsor del mercado interno, uniendo a las distintas regiones entre sí y fomentando el comercio nacional.

Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba.
"Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela."
De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y recién en 1882, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.

En el invierno de 1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay. Como su hijo Dominguito, allí murió, el 11 de septiembre.

Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político:
"Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".
Autor de la biografía: Felipe Pigna
Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/

"Educar al soberano"

Con “la pluma y con la espada”, como dice el "Himno a Sarmiento", luchó contra la incomprensión de unos y el poder centralizador de otros, que veían en la prédica de su evangelio civilizador, un enemigo peligroso para consumar sus planes absorbentes y egoístas.

Su visión de futuro le hizo levantar escuelas, el gran valuarte contra la ignorancia. Pero donde es admirable es en cómo se adelantó a su época. No hay más que analizar su obra de gobierno, en el lapso de su presidencia, ya que fundó la Escuela Naval, el Colegio Militar, el Observatorio Astronómico de Córdoba; trajo maestros, semillero de la docencia en el país; fomentó la agricultura, fuente de prosperidad económica; además de crear escuelas primarias y secundarias, se buscó erradicar el analfabetismo de los campesinos por medio de maestros viajeros que recorrían las estancias; se fundaron las primeras escuelas nocturnas para adultos, también una escuela para sordomudos, y una de agronomía y de minería; se implementaron clases de contabilidad y telegrafía, para impulsar el comercio y las comunicaciones; se adquirieron en Europa laboratorios y colecciones científicas, gabinetes de investigación, instrumental, aparatos científicos; se creó la Sociedad Protectora de bibliotecas populares…

Este fragmento de un discurso suyo muestra el apasionamiento que este sanjuanino ponía en sus ideales:
“Hagamos escuelas, compatriotas. Eduquemos a toda la generación naciente. La educación dada al mayor número, se reproduce en mayores facultades productivas.

Fundemos, pues, escuelas en cada barrio, en cada departamento, y que en cinco años se levante una nueva generación, apta para la riqueza moral porque es inteligente y habremos de centuplicar nuestras fuerzas.

Ayudadme a fundar escuelas, conciudadanos, y habréis hecho la felicidad de vuestros hijos y la única gloria a que aspiro”.
Durante la trayectoria de su vida, en sus actuaciones como MAESTRO, político, hombre de Estado, viajero, militar… Sarmiento sintió la necesidad de expresar su pensamiento. Por eso, en sus escritos, él mismo ha ido retratándose de tal manera, que se ha podido decir que “sus escritos no son meras páginas literarias, sino el archivo de un hombre”. Siempre manifestando su personalidad tumultuosa y exaltada.

Mucho se podría anotar sobre su labor al frente de tantos cargos públicos que ocupó y el temblar de sus opositores cuando decía “traigo el puño lleno de verdades”.
Éstas molestaban cuantas veces daban en el blanco.
La verdad desnuda siempre molesta, pero hace la luz, disipa las tinieblas.
Su amor por la libertad, su obsesión por la educación popular, bastan para hacer inolvidable su nombre.

Gentileza: HOGAR CRECER